Micromanagement

El enemigo silencioso del liderazgo y la salud organizacional

En mi experiencia acompañando a organizaciones en sus procesos de transformación cultural y fortalecimiento de liderazgo, he observado cómo una figura en apariencia “comprometida” puede, sin intención consciente, convertirse en un factor tóxico para el entorno laboral: hablo del micromanagement, o la microgestión.

Lejos de ser una estrategia de control o un reflejo de excelencia, el micromanagement suele ser el síntoma de carencia más profunda: la falta de habilidades directivas  fundamentales, la desconfianza, y en muchos casos, heridas personales no resueltas que se trasladan al ejercicio del liderazgo.

He tenido la oportunidad de trabajar con líderes que monitorean cada paso de su equipo, corrigen detalles mínimos de manera constante y evitan delegar decisiones incluso triviales. A primera vista, parecen estar comprometidos con los resultados. Pero al analizar de fondo , se revela una narrativa distinta: inseguridad personal, temor a perder el control, necesidad de validación constante y, a menudo, una incapacidad para formar confianza en otros.

Uno de los casos que más me marcó fue el de una jefa de área dentro de una empresa con un alto índice de rotación en su equipo. Los síntomas eran muy claros: supervisión excesiva, corrección pública, saturación de juntas, desautorización de colaboradores frente a terceros. El impacto era devastador: burnout, ansiedad generalizada en el equipo, y una sensación permanente de no ser “suficientemente buenos”. Al trabajar directamente con ella, emergieron temas personales: miedo al fracaso, experiencias pasadas de traición profesional y falta de formación en habilidades de liderazgo. Todo esto, por supuesto, no justificaba el daño causado, pero sí explicaba la raíz del comportamiento. 

Cada vez que un líder microgestiona, transmite de forma implícita un mensaje grave y dañino: “No confío en tu criterio”. Esta desconfianza va erosionando no solo la moral del equipo, sino también su capacidad para tomar decisiones, innovar y desarrollarse. El ambiente laboral se torna tenso, opresivo y altamente improductivo. 

En contextos así, la motivación se convierte en miedo, la proactividad se transforma en parálisis, y la colaboración genuina cede ante la competencia disfrazada de supervivencia.

El micromanagement tiene consecuencias que van más allá del bajo rendimiento. Como consultor he observado patrones recurrentes en equipos sometidos a esta dinámica: altos niveles de estrés, dificultad para desconectarse fuera del horario laboral, apatía creciente, y, en casos extremos, cuadros clínicos de ansiedad o depresión.

Además, este estilo de liderazgo crea culturas de dependencia, donde nadie se atreve a tomar riesgos, se evita la retroalimentación honesta y se sacrifica el aprendizaje por el perfeccionismo.

El liderazgo no se trata de control, se trata de influencia. No se trata de tener todas las respuestas, sino de construir un entorno donde las personas quieran lo mejor de sí. Soy un fiel creyente de que el liderazgo se puede reentrenar, reconstruir y resignificar. Pero para ello es necesario valentía, humildad y disposición al cambio. 

Dejemos de pensar que ser líderes es saberlo todo y controlar todo. Empecemos a vernos como facilitadores del crecimiento de otros. 

Alejandro López Garcidueñas

CEO & Founder | The Commit Consulteam

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