La brecha generacional: la generación que desafía la forma en que entendemos el éxito organizacional
En nuestro entorno laboral contemporáneo, una de las brechas más evidentes pero menos atendidas es la gran distancia generacional entre empleadores y empleados. Mientras muchas empresas siguen siendo dirigidas por generaciones con una visión laboral tradicional —donde se privilegia la productividad, la resistencia al estrés y una separación tajante entre la vida laboral y personal—, las nuevas generaciones valoran el equilibrio emocional, el reconocimiento afectivo y la salud mental como elementos centrales para su bienestar.
Esta segmentación generacional a la que pertenecen ciertos trabajadores se refleja directamente en la forma de desempeñar su trabajo y, en particular, en cómo abordan los distintos desafíos que surgen en el ambiente laboral actual. Tomemos como ejemplo a los baby boomers, una generación que, debido a las circunstancias sociales y económicas que vivieron, tiende a mostrar una gran resistencia a la presión laboral. Para ellos, el trabajo es una responsabilidad seria, y el desgaste emocional o la necesidad de apoyo emocional en el entorno de trabajo pudo haber sido menos prioritario.
Esta diferencia de paradigmas provoca una desconexión profunda en la gestión del entorno laboral. Cuando los empleadores no reconocen la importancia del cuidado emocional —por desconocimiento, escepticismo o falta de formación—, los empleados pueden sentirse desatendidos, exigidos más allá de sus límites o incluso culpables por experimentar ansiedad, agotamiento o baja motivación.
Las generaciones más jóvenes, como los millennials y la generación Z, tienen una perspectiva diferente. Son más conscientes de su salud emocional y, en muchos casos, se resisten a la falta de cuidado en el entorno laboral. Su resiliencia ante el estrés no está definida solo por la capacidad de soportar grandes demandas, sino también por la importancia que otorgan a factores como la flexibilidad, la satisfacción laboral y el bienestar emocional. De hecho, a menudo prefieren el sueldo emocional: ese reconocimiento, balance entre la vida laboral y personal, así como el desarrollo personal, por encima del sueldo económico, lo cual ha demostrado tener un impacto significativo en el bienestar psicológico y la satisfacción laboral. Esta diferencia marca un punto crucial en la relación que estas generaciones tienen con el trabajo. Además, el sueldo emocional está estrechamente vinculado con un actual entorno organizacional favorable, que promueve un ambiente de apoyo, respeto y crecimiento mediante la implementación adecuada de prácticas enfocadas en el bienestar organizacional.
Sin embargo, es importante destacar que no se puede generalizar: cada una de estas generaciones responde a diversas formas de pensamiento y comportamiento, influenciadas por factores como la cultura organizacional y el contexto social en el que se desarrollan. La forma en que los miembros de cada generación enfrentan el trabajo y el estrés también está determinada por su entorno, y las expectativas pueden variar significativamente dependiendo de la estructura organizacional y las circunstancias socioeconómicas.
La desconexión entre las expectativas de estas generaciones y las realidades de un entorno laboral que no siempre responde a sus necesidades emocionales puede ser un caldo de cultivo para problemas de salud mental. De hecho, solo el 23% de los trabajadores a nivel mundial se siente verdaderamente comprometido en su trabajo, y una de las principales causas de desmotivación es la desvalorización y el desgaste emocional (Gallup, 2023). Esto pone en evidencia que, en muchos casos, las organizaciones siguen priorizando indicadores de rendimiento por encima del bienestar emocional, ignorando las necesidades reales de una fuerza laboral más consciente y exigente en términos de salud mental. Sin el apoyo adecuado, estos trabajadores pueden enfrentar trastornos de ansiedad, agotamiento emocional y, en casos más extremos, burnout. Este último, reconocido por la OMS como un fenómeno relacionado con el trabajo, es cada vez más frecuente en espacios donde las demandas emocionales no son validadas ni acompañadas por políticas de prevención. Esto no solo afecta la productividad, sino también la cultura organizacional en general.
Cerrar esta brecha no es solo una cuestión de diálogo intergeneracional o adaptación, sino de entender que el bienestar emocional es una parte esencial para el éxito organizacional. Invertir en políticas que reconozcan las necesidades emocionales de los trabajadores puede ser la clave para mitigar el agotamiento y garantizar un ambiente laboral sostenible, equilibrado y productivo.
Alejandro López Garcidueñas
CEO & Founder
The Commit Consulteam